Si
alguna vez admito haberme parecido a una pepona, lo negaré!.
Las
peponas, así llamaba a las muñecas que
los reyes majetones se empeñaban en traerme
año tras año, sin que las hubiera pedido. Eran de un
aspecto... digamos, de un
aspecto «polinizador».
Lo
siento pero no se me ocurre otra definición más aproximada.
Eran abombadas
como si solo se alimentaran de dulces, pasteles y aire de
globos. Sinceramente, resultaban, cuando menos, de otra dimensión en
plena operación migratoria de las hispalias del sur a las catalonias
del norte.
Una
puede estar «arreciada, gorda o entrada en carnes» como me dicen
en mi pueblo, pero fijar una ristra de butifarras unidas como
referente subliminal a una criatura, como que no.
Venian
compuestas con vestiditos aflorados en mil pliegues de puntillas y enaguas
ligeramente más largas. Sus ojos azules, me hicieron pensar algún
dia en cambiárselos por los mios. Cosas de la infancia. Cuidado!.
Os
aseguro que intenté jugar con ellas, pero aparte de darles de
tetilla tal cual habia visto cómo amamantába mi madre a mi hermano de
turno, poco más se me ocurria. Mover las piernas alternativamente a
la pepona para que diera tres puñeteros pasos, me parecia de lo más
arduo. Y ya no te digo si encima intentabas darle de comer un mejunje
de barro. La que liaba a manchar con la pepona y de rebote, mi madre conmigo.
Mientras,
se me iba el alma con los niños que pescaban enooooormes ballenas en imaginarios barcos de piratas! o, jugaban al futbol
muuuucho mejor que Kubala o, el que no se escondía muuuuy bien lo
desintegraba el marciano del bando contrario.. Por Odin, cuánta envidia!
Los pistoleros y sus leyendas vinieron después, cuando supimos lo que era una TV.
Los pistoleros y sus leyendas vinieron después, cuando supimos lo que era una TV.
muy
interesante.es
El
secreto de los juguetes: por qué son tan necesarios para los niños
Pablo
Colado
..Y
es que, aparte de inculcar los valores igualitarios, el intercambio
de roles acarrea indudables beneficios psicológicos: mientras que
los juegos de construcción aumentan el interés de las chicas por la
tecnología y la ingeniería, cocinar favorece la vena creativa de
los chavales, por ejemplo.