"..las bragas se tienden entre vacios" me dijo mi madre. Y a mi madre, su madre. Y a la madre de mi madre, su madre. Y a la madre de la madre de mi madre, su madre...Tenía cuatro años y subida en aquel taburete alcanzándole las pinzas, algo ya no me cuadró. Sigo tendiendo mientras la miro ahora dormida, pero mis bragas las cuelgo al sol y viento. Jeanne Hebra 29/12/2015
6.2.17
25.1.17
Sociedades
Era
la costumbre antes de salir de viaje, mochila o maleta?
preguntó Lola.
A
continuación, con unos exagerados movimientos circulares de brazos
hacia arriba, como si la estuvieran atracando, añadió, aunque no sé
porqué te lo pregunto!
No
hubo bastante.
Imitando
a ese Concurso de antaño del 1,2,3 responda otra vez, continuó con
sus pregunto y respondo yo, ..y la respuesta correcta es, tachan
tachan!, Mochilaaa!”.
Lola
prefiere llevar maleta para viajar. Yo la mochila. Si, si, mochila,
tanto para turismo urbano o de montaña que es lo suyo, como para uso
diario. Grande o pequeña se adaptan mejor a mis necesidades y
espalda. Entiendo que a ella le vaya mejor una maleta, pero, que se
ponga tozuda como la mula de mi abuelo, que un dia lo puso tan
nervioso que acabó dándole un mordisco en la oreja. Vaya si anduvo
aquel dia la mula hasta el corral sin parar!
Qué
manía con que yo también la utilice. Lo mismo que cuando le entra
la otra, la de que lleve bolsos. No me cuadra en la lógica, que no
atine con la más sencilla de las soluciones., que cada cual lleve lo
que quiera.
Su
argumento. En la mochila la ropa se arruga!,
En
la maleta también!. Sino no llevarías una planchita?- respondí con
sorna
Bien
que la utilizas tu también, o no!? replicó
Faltaría
plus que encima de cargar con un kilo de hierro por medio mundo no me
sirviera para nada!, intenté concluir.
Ya
iniciábamos otra vez el incumplimiento de la gran promesa formulada
en nuestro místico dietario convivencial. Lo de «gran» no es por
el contenido de la intención en sí, lo es por la dificultad que se
encuentra a la hora de aplicar su cumplimiento.
Discutir
por cosas superficiales, la mayor parte de ellas, son causas por la
que se extienden y agrandan los conflictos entre parejas. Se diría
que gusta. De hecho, se diría que es como la sal gorda en la
gastronomía. Poca, gorda y sólo muy de cuando en cuando.
Lo
comento desde la perspectiva de igualdad y respeto en la pareja. La
otra, la del autoritarismo, sumisión y humillación es otro tema que
imagino, irá subyaciendo anexo en futuros contenidos.
La
discusión sostenida, más se asemejaba a un dialogo de peces por
aquello de abrir la boca sin decir nada relevante. Distorsionaba con
el conjunto del dormitorio, que no es que sea una gran habitación
pero su luminosidad entra grandiosa por sus desproporcionadas
ventanas. La hacen cálida junto con la combinación de sus colores
interiores. Intentamos darle a cada uno su valor.
Quizás
un poco motivada por el entusiasmo del viaje y otro poco por el deseo
de dar por cerrado el tema de la eterna pregunta y sus respuestas
interminables, se me ocurrió intentar derribarla sobre la cama
marcándome un farol en forma de salto olímpico. Caímos por los
pelos en ella. Esta técnica, no es aconsejable realizarla si se
tiene alguna duda sobre su alcance.
Aprovechando
el efecto sorpresa en Lola, intenté no sin esfuerzos, colocarme a
horcajadas encima. La quería llenar de besos. Hasta donde podía y
me dejaba en ese juego de risas, la calma nos fue suavizando el
rifi-rafe de la puñetera maleta y mochila. Un final con un beso es
la mejor manera de iniciar un nuevo reset.
Uno
de los estereotipos y bulos que existen y que más fuera de lugar
está, es pensar que las personas no heterosexuales se relacionan de
diferente forma que ellos. Y se equivocan. La mayoría de gente que
asimila este contexto hipócrita como personal, suele ser por
ignorancia o interés, por inseguridad personal o patológica o
simplemente, por falta de conocimiento e inexistencia en su
interrelación. No falla.
..Aunque
pensándolo un poco, en el fondo, igual tienen algo de razón. Igual
va a ser que hemos aprendido lo que no se debe hacer en y con la
pareja.
24.1.17
Menopausia Sociedad Limitada
De
acordarme, me acuerdo. Y si me esfuerzo, hasta siento su fogosidad. A
buen seguro que era un mediodía de álgida menopausia. Tal cual un
verano en la Andalucía interior, a primeros de agosto o últimos de
julio para una escandinava albina.
La
miraba sin poder creer que me preguntara de dónde salia tanto calor.
Estábamos
a orillas del Cantábrico. Soplaba un viento frio de varios pares y a
pesar de ello, no era mar adentro donde se anunciaba tormenta sino en
la cara de mi compañera. Toda ella hervía exprés.
Durante
el paseo costero, el chapucear bragado de las olas en tierra rozaba
sus piernas provocando un gran géiser en su piel. Cada uno de sus
poros debía ser como un volcán submarino. No se enfriaba ni un solo
centímetro de su dorado bello, y menos aún de su enfado..
Había
comenzado esta historia un fin de semana atrás.
El
otoño nos gustaba a las dos. Nunca habíamos podido coincidir en
vacaciones. De hecho, nunca coincidíamos en vacaciones en ninguna
estación del año, excepto «casi» una vez. Y digo casi, porque la
mitad de esos breves días los pasamos en la cama. No precisamente
jugando como pudierais pensar. Las pesadillas febriles son mil veces
peores que comerse un kilo de olivas negras por la noche. Inaudito un
constipado a 31º a la sombra, pero de ocurrir, haylos.
Recuerdo
pañuelo tras pañuelo. Parecía que estuviéramos sobre una nube.
Toda la habitación era una gran alfombra blanca de ellos. Los ecos
sostenidos entre espaldas y techo de ayses (lamentos) entorpecían
esas fuerzas, que si las habían, no nos permitían mirar más allá
de la primera curvatura nasal. La que conecta con la cara. Si Cyrano de
Bergerac la tenia grande, las nuestras aparte de morronas y
congestionadas eran del tamaño real de una esfinge.
Ese
fue el «casi» de una vez. Aquellos días fueron toda una antítesis
del romanticismo y el relax. Eso sí, estas cosas y otras, ponen a
prueba el querer y el lugar que se ocupa en la pareja. En esas
condiciones de supervivencia, la que pide primero las cosas, ..que
están en la cocina, ..a miles de kilómetros de una misma, gana. Por
lista.
La
que va a buscarlas también gana. Por tonta.
Yo
soy de las del segundo gremio. Me hubiera importado un bledo en otras
ocasiones subir al Everest si ésta hubiera estado allí o tan solo
si hubiera podido saber en esos momentos, si tenía los ojos abiertos
o cerrados. Me pregunto cómo quiero a esa mujer que, de ir, fui.
Me
llamo Sança , se pronuncia como Sansa y en casa me llaman Ça (Sa).
Puede ser que, al nacer, ya vieran de lejos que rompería alguna cosa
más además de la Ç (juego de palabras en catalán)
Durante
muchos años, Lola, que así se llama mi compañera a efectos de
afectos y espacios, hemos debido hacer malabarismos para poder
coincidir juntas al final del día, en el día a día, o durante dos
festivos juntos y mal contados. Siempre por cuestiones laborales.
Con
el tiempo, mira por donde, una gran Erre en mi lugar de trabajo con
todo su abecedario incluido, nos permitió por fin la oportunidad de
plantear la realización de nuestro sueño aplazado.
Lola
se adueñó de la iniciativa de la organización del viaje. Supongo
que con ello, quería animarme aliviando el ajetreo de su
preparación. El resto de mi, no lo hubiera levantado ni con el gato
del coche.
No
omito, que tras esa iniciativa, pudiérase encontrar algo de gusto
por el mandar. Le encanta. Lo escribo bajito para que no lo oiga.
No
penséis que no tengo carácter, lo que pasa es que me agota
batallar en asuntos y razones que muchas veces no llegan a ninguna
parte. Al fin y al cabo, todos somos un cúmulo de manías y
auto-valideces personales que acaban haciendo lo que se quiere. Con
fundamento o sin él. Es un gran desgaste de energías e inútil tener
enfrente a personas que no escuchan más allá de sus diálogos
interiores.
Puede
ser que sea excesivamente pragmática y Lola muy impetuosa o activa –
nunca he sabido diferenciar con exactitud-. Si la vierais a través
de una cámara fotográfica con exposición lenta de 1/8000, os daría
la sensación de que os habéis equivocado de valor. Donde la
hermosura de una gota de agua se paraliza, a ella la percibiríais a
toda mecha, con un cohete enganchado en la espalda. Claro, que ella
os diría, que la del mio, debía haber quemado el combustible haría
siglos!.
De
un viaje, no se sabe cual será su aventura ni como acabará. Como en
la vida. Por mucha atención que pongas en su planificación y la
previsión de los detalles, todo puede rodar o girar. En nuestro caso
y después del primer día de su comienzo, todo apuntaba al desastre.
Con mayúsculas. Lo peor era, que no se nos podía culpar por ello.
La
estupidez supina de muchos suele ser de récord Guinness. Existen que
están compuestos sólo de materia orgánica. Se alimentan y la cagan. Vienen sin cerebro. Sin
capacidad para la Humanidad. Lo digno de las personas.
En
fin,..eso viene mas adelante!
Lola,
a parte de enamorar hasta el tuétano, posee toda diversidad de
inteligencias. Su profesión le a aumentado esos dones. Es una
excelente mediadora en la resolución de conflictos. En general,
todos los de fuera de nuestra casa.
Aquel
día, la observaba fuera de sí, maldiciendo llameante al exceso de
calor de ese otoño (estábamos a 18 grados). Más que inverosímil
me parecía increíble. Agnóstica, me puse a rezar rogando para que
las señoras que venían en su paseo frontal mirándonos, mirándola
fijamente desde hacía rato, no sintieran la irrefrenable curiosidad
de madres o abuelas y acabaran por preguntar si se encontraba bien..
ni tan siquiera que mantuvieran la cortesía con un saludo de buenas
tardes!..
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