No
recuerdo mi primera braga, sin
embargo
sí
mi primer pantalón.
Tenía seis años y no me me
dejaban llevar pantalones.
No
entendía lo que no entendía.
Era
una prenda tan práctica que, incluso en verano también se
podia llevar de corto.
Eran
feos con ganas.
Abombachados la
mayoría y
de colores tristes y apagados. Con
ellos sólo se veían escuálidas garrillas.
No obstante eran
mágicos.
Con ellos, se podía
correr, saltar y
brincar como las ranas..
hasta arrodillarte mejor en el suelo
para
darle a las canicas!. A
veces, los niños, me dejaban jugar con ellos aunque fuera una niña.
Tenía muy buena punteria y eso también
les debía
desconcertar a
ellos.
Eran prismas educativos más
que opuestos. Demenciales.
Mi
primer pantalón fue el de mi hermano. Lo tomé prestado del
balde de la ropa sucia en casa. Mi madre había salido a comprar y
mis hermanos debían estar jugando en
la replaceta.
Y fuí feliz por un
rato. Me sentía
libre. Con pantalones
no debía obligarme a hacer
movimientos raros con las manos para aguantarme las faldillas y así,
conseguir que no me vieran las
bragas, no sabia quién..
Saltaba
de silla en silla y de silla
en sillón.
Cogí las pelotas de mis hermanos, en
el más puro sentido literal y las
volteé al aire con las manos bien
abiertas y alzadas.
Y ya
en lo
alto
las podia recoger
para volverlas
a lanzar.
Esos
no eran
movimientos atróficos. Eran los
adecuados a la libertad del movimiento.
wikipedia.es
Luisa Capetillo
En
1919 fue la
primera mujer
en Puerto Rico en usar pantalones