28.2.16

Si te dije que morí, era de verguenza!


En uno de esos vaivenes de millones de reacciones aleatórias que se dan en nuestro cuerpo y mente dia a dia, un trimestre enterito de mi adolescencia debieron saltimbanquear la física, la química y el magnetismo sin red de seguridad. 

Damos por estáticas muchas cosas que no lo són y por comunes otras que tampoco lo són.

Esta tarde, al hilo de algo, la memória ha abierto su cajón y ha extraido una bella emoción en forma de imagénes.

Debía tener unos 16 años y aunque ya era muy consciente de mi propia sexualidad, fuí a ensoñarme hasta el tuétano de un chico. Siempre he pensado que existen personas que se enamoran de personas, no del sexo solo, aunque esto último lo complementa de fábula!. Y por experiéncia personal, lo sé. No és por esta anécdota que detallo a continuación, sino por una larga experiencia de 20 años de convivència con la que fué mi compañera «heretosexual» hasta que «sus procesos biogenéticos» le guiaron a enamorarse de un compañero de trabajo. Siempre le he agradecido y agradezco esos veinte años de dedicación a nuestra relación de pareja entre personas.

El chico en cuestión era muy interesante. Resultón, educado, cordial, discreto, inteligente, respetuoso y agradable en sus opiniones por su diversidad y la falta de afán en convercer mas allá de lo que se expone. Eso me encantaba. Los hombres de entonces tenian muy asumido que ellos siempre tenian la razón y más, si hablaban con mujeres. Solían ser bastante monotemàticos, monologistas e impositivos. Por ello, fué una suerte coincidir con él en clase.

No puedo afirmar que el concepto «platónico» lo inventara yo porque hay pruebas suficientes en contra, pero por Odín, que manera más atropellada de perder el equilibrio en la razón. Bien cierto es que, quien está sujeto a esta locura transitoria no pisa tierra, pero lo mio ya era de estratosfera.

Nunca me propuse «competir» con el resto de compañeras de clase porque suponia que, a un chico de esas características, no le llamaria la atención una chica común y lesbiana. Sin embrago no fue así, lo que me desconcertó mucho.

Entre el dia 3 del comienzo de curso y las vísperas de vacaciones de navidad, me dediqué a soñar a todas horas con él. Su rostro estaba en la tostada del desayuno, la bolsa de la compra, la sopa, la ducha, la pizarra de clase -se sentaba tres mesas atras-,.. las noches eran un sin dormir eterno hasta que llegaba la hora de volver a clase el dia siguiente. En suma, un verdadero suplicio emocional y de agitación hormonal.

En fechas próximas a la navidad, se organizó un pica pica con música y baile en la misma aula. No podia ser de otra manera en ese tiempo. Fue entonces, cuando «ese caballero de cuyo nombre no puedo acordarme» ahora, -por mucho que lo intento-, que me invitó a acompañarlo al super a comprar el «tapeo» dias antes. Con esa excusa, comenzamos a hablar y conocernos entre cacaolats calientes y nubes de tabaco irrespirables en la cafeteria.

Y llegó el dia de la fiesta soñada y el de mi enorme constipado con vienticuatro horas de anticipo. Cómo podia pensar en no assistir? Inimaginable. Con bufanda hasta en las amigdalas, una fiebre de aupa y un macuto lleno de pañuelos me presenté. No fuera que, «las lagartas» de las compañeras intentaran quitarme a «mi chico».



Pero mira por donde, que, tan alto que estuve, tan abajo caí !!.. Allí, en medio de la sala, a un palmo de cara contra cara, mirándonos atontados mientras bailábamos, un arrebatador estornudo en forma de maldita bombolleta de mocos, se hizo un gran globo..explosionando con toda su madurez y verderez! Fue como si a una maravillosa y colorida mariposa, le cayera encima una mierda.

Desastroso. Aun se me pone la carne de gallina por la verguenza que llegué a a pasar en ese instante. Cenicienta en su huida se dejó el zapato, yo, todo. La dignidad, la ensoñación platónica y la moral. El caballero de los ojos de caramelo hizo todo lo possible por no estallar en risas, muy apurado, en medio de una lucha titánica, lo pude ver entre mis clinex.

Me queria morir. El color rojo de mis mejillas debia ser sublime porque pude vislumbrar una incansdescencia de energia alrededor de mi cara. Huí mientras lo escuchaba pronunciar mi nombre una y otra vez.

El constipado en sí me duró cinco dias de cama, pero estuve dos semanas sin salir de la habitación ante tanta abrumadora verguenza. Para desconcierto también el de mi família, que no entendia el porqué me negaba de coger el teléfono cuando llamaba el chico «de mis sueños» por el cual tanto me habian oido suspirar pesadamente semanas atras.

Desde entonces, me pregunto muchas veces sobre la gran fragilidad de todas las cosas.

Todo se me fue de «un plumazo»!!.. (Sonrio)