Era
la costumbre antes de salir de viaje, mochila o maleta?
preguntó Lola.
A
continuación, con unos exagerados movimientos circulares de brazos
hacia arriba, como si la estuvieran atracando, añadió, aunque no sé
porqué te lo pregunto!
No
hubo bastante.
Imitando
a ese Concurso de antaño del 1,2,3 responda otra vez, continuó con
sus pregunto y respondo yo, ..y la respuesta correcta es, tachan
tachan!, Mochilaaa!”.
Lola
prefiere llevar maleta para viajar. Yo la mochila. Si, si, mochila,
tanto para turismo urbano o de montaña que es lo suyo, como para uso
diario. Grande o pequeña se adaptan mejor a mis necesidades y
espalda. Entiendo que a ella le vaya mejor una maleta, pero, que se
ponga tozuda como la mula de mi abuelo, que un dia lo puso tan
nervioso que acabó dándole un mordisco en la oreja. Vaya si anduvo
aquel dia la mula hasta el corral sin parar!
Qué
manía con que yo también la utilice. Lo mismo que cuando le entra
la otra, la de que lleve bolsos. No me cuadra en la lógica, que no
atine con la más sencilla de las soluciones., que cada cual lleve lo
que quiera.
Su
argumento. En la mochila la ropa se arruga!,
En
la maleta también!. Sino no llevarías una planchita?- respondí con
sorna
Bien
que la utilizas tu también, o no!? replicó
Faltaría
plus que encima de cargar con un kilo de hierro por medio mundo no me
sirviera para nada!, intenté concluir.
Ya
iniciábamos otra vez el incumplimiento de la gran promesa formulada
en nuestro místico dietario convivencial. Lo de «gran» no es por
el contenido de la intención en sí, lo es por la dificultad que se
encuentra a la hora de aplicar su cumplimiento.
Discutir
por cosas superficiales, la mayor parte de ellas, son causas por la
que se extienden y agrandan los conflictos entre parejas. Se diría
que gusta. De hecho, se diría que es como la sal gorda en la
gastronomía. Poca, gorda y sólo muy de cuando en cuando.
Lo
comento desde la perspectiva de igualdad y respeto en la pareja. La
otra, la del autoritarismo, sumisión y humillación es otro tema que
imagino, irá subyaciendo anexo en futuros contenidos.
La
discusión sostenida, más se asemejaba a un dialogo de peces por
aquello de abrir la boca sin decir nada relevante. Distorsionaba con
el conjunto del dormitorio, que no es que sea una gran habitación
pero su luminosidad entra grandiosa por sus desproporcionadas
ventanas. La hacen cálida junto con la combinación de sus colores
interiores. Intentamos darle a cada uno su valor.
Quizás
un poco motivada por el entusiasmo del viaje y otro poco por el deseo
de dar por cerrado el tema de la eterna pregunta y sus respuestas
interminables, se me ocurrió intentar derribarla sobre la cama
marcándome un farol en forma de salto olímpico. Caímos por los
pelos en ella. Esta técnica, no es aconsejable realizarla si se
tiene alguna duda sobre su alcance.
Aprovechando
el efecto sorpresa en Lola, intenté no sin esfuerzos, colocarme a
horcajadas encima. La quería llenar de besos. Hasta donde podía y
me dejaba en ese juego de risas, la calma nos fue suavizando el
rifi-rafe de la puñetera maleta y mochila. Un final con un beso es
la mejor manera de iniciar un nuevo reset.
Uno
de los estereotipos y bulos que existen y que más fuera de lugar
está, es pensar que las personas no heterosexuales se relacionan de
diferente forma que ellos. Y se equivocan. La mayoría de gente que
asimila este contexto hipócrita como personal, suele ser por
ignorancia o interés, por inseguridad personal o patológica o
simplemente, por falta de conocimiento e inexistencia en su
interrelación. No falla.
..Aunque
pensándolo un poco, en el fondo, igual tienen algo de razón. Igual
va a ser que hemos aprendido lo que no se debe hacer en y con la
pareja.