Entre
«me dejais jugar?» y «tu, con nuestro equipo!» debí luchar.
Siempre
que bajaba un rato a la replaceta les preguntaba lo mismo.. me dejais
jugar? Me era igual a lo que jugáramos. A todo excepto con las peponas!.
Y
muchas veces me decían que no. A secas. Y cuando les volvía a preguntar
el
porqué, me contestaban como loritos impasibles, ..¡porque eres una
niña! Y ya no recuerdo lo que hacia después. Seguramente jugar
sola, moldeando caminos entre la tierra con sus puentes para las
hormigas, o correr, o saltar.
De
verdad que queria descubrir que enfermedad teníamos las niñas que
nos impedía hacer y pensar en tantas cosas divertidas y por tanto,
ser tan torpes y aburridas. Sin tener «entendederas» ya padecia esa
sensación de malestar interior que deja la injusticia. Me excluían
en lo bueno y me incluían en lo malo de las cosas.
Los
chavales de aquella Edad de Piedra se dividían en los chavales de la
calle de abajo y los chavales de la calle de arriba. Como si en ese
barrio hubieran habido calles en esos dias..!.
Todo
lo arreglaban a pedradas. Era verse uno u otro y sin mediar palabra,
zas, piedra va, piedra que viene..! Si eran dos o más los que se
encontraban con uno, la crueldad era con mayúsculas. La misma
crueldad que presencié, involuntariamente, cuando lanzaban crias de
gato de pocos dias contra la pared.
Un
dia, cuando volvía a casa con un recado de la tiendecita de
ultramarinos del barrio,-..por cierto, pensaba que eso de
ultra-marinos era porque unos marinos muy bregados en eso de la mar,
traían de lejanos paises todos esos alimentos y verduras-; ..escribia que, un dia, un chaval
que no conocia y que debia ser de montaña arriba, me interceptó en el camino.
No tendriamos más de nueve años cada uno. Al aproximarse, comenzó
a tirarme piedras sin más ni causa, mientras me insultaba de forma gratuita. Seguramente la clave que motivó mi
respuesta violenta a aquella agresión seria algo relacionacionado
con la palabra ..madre. Aseguro que tuve que esforzarme para estar a
la altura de su hostilidad hasta que sin proponérmelo en un inicio,
lo pude inmobilizar y posteriormente, hartarlo a ostias una detras de
otra.
Reconozco
con las entrañas, pero no con la inteligéncia, la satisfacción que
me dió esa, mi primera temprana liberación ante tanta gilipollez
supina soportada hasta el momento.
Entonces
no tenia otra referencia sobre las cosas. Debí pensar que todo
funcionaba así en la vida. Y ahora que las tengo, medio siglo más
tarde, sigo pensando igual. Aunque no practique la «técnica». No
por falta de ganas más de una vez, la verdad!.
investigacionyciencia.es/files/7283.pdf
Violencia
de género
La
asimetría social en las relaciones entre mujeres y hombres
favorece
la violencia de género. Es necesario abordar la verdadera causa del
problema: su naturaleza ideológica.
Francisca Expósito