7.1.16

A pedradas


 
Entre «me dejais jugar?» y «tu, con nuestro equipo!» debí luchar.

Siempre que bajaba un rato a la replaceta les preguntaba lo mismo.. me dejais jugar? Me era igual a lo que jugáramos. A todo excepto con las peponas!.

Y muchas veces me decían que no. A secas. Y cuando les volvía a preguntar
el porqué, me contestaban como loritos impasibles, ..¡porque eres una niña! Y ya no recuerdo lo que hacia después. Seguramente jugar sola, moldeando caminos entre la tierra con sus puentes para las hormigas, o correr, o saltar.

De verdad que queria descubrir que enfermedad teníamos las niñas que nos impedía hacer y pensar en tantas cosas divertidas y por tanto, ser tan torpes y aburridas. Sin tener «entendederas» ya padecia esa sensación de malestar interior que deja la injusticia. Me excluían en lo bueno y me incluían en lo malo de las cosas.

Los chavales de aquella Edad de Piedra se dividían en los chavales de la calle de abajo y los chavales de la calle de arriba. Como si en ese barrio hubieran habido calles en esos dias..!.

Todo lo arreglaban a pedradas. Era verse uno u otro y sin mediar palabra, zas, piedra va, piedra que viene..! Si eran dos o más los que se encontraban con uno, la crueldad era con mayúsculas. La misma crueldad que presencié, involuntariamente, cuando lanzaban crias de gato de pocos dias contra la pared.

Un dia, cuando volvía a casa con un recado de la tiendecita de ultramarinos del barrio,-..por cierto, pensaba que eso de ultra-marinos era porque unos marinos muy bregados en eso de la mar, traían de lejanos paises todos esos alimentos y verduras-; ..escribia que, un dia, un chaval que no conocia y que debia ser de montaña arriba, me interceptó en el camino. No tendriamos más de nueve años cada uno. Al aproximarse, comenzó a tirarme piedras sin más ni causa, mientras me insultaba de forma gratuita. Seguramente la clave que motivó mi respuesta violenta a aquella agresión seria algo relacionacionado con la palabra ..madre. Aseguro que tuve que esforzarme para estar a la altura de su hostilidad hasta que sin proponérmelo en un inicio, lo pude inmobilizar y posteriormente, hartarlo a ostias una detras de otra.

Reconozco con las entrañas, pero no con la inteligéncia, la satisfacción que me dió esa, mi primera temprana liberación ante tanta gilipollez supina soportada hasta el momento.

Entonces no tenia otra referencia sobre las cosas. Debí pensar que todo funcionaba así en la vida. Y ahora que las tengo, medio siglo más tarde, sigo pensando igual. Aunque no practique la «técnica». No por falta de ganas más de una vez, la verdad!.




investigacionyciencia.es/files/7283.pdf

Violencia de género
La asimetría social en las relaciones entre mujeres y hombres
favorece la violencia de género. Es necesario abordar la verdadera causa del problema: su naturaleza ideológica.

Francisca Expósito